China ha mostrado una postura cada vez más activa en el Medio Oriente, lo que podría ser un reto directo a las políticas de Estados Unidos, especialmente al plan de Trump para Gaza. Este desafío no solo pone de relieve la intención de Beijing de expandir su influencia en la región, sino que también puede abrir oportunidades para establecer relaciones más sólidas con los países árabes y otros actores clave. Con el crecimiento de su presencia diplomática y económica, China está posicionándose como un jugador importante en el conflicto israelí-palestino, presentándose como un mediador que busca una solución pacífica en lugar de la intervención militar típica de otras potencias.

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