El inicio del Ramadán en Pakistán está marcado por un aumento significativo en los precios de los alimentos, lo cual ha generado preocupación entre los ciudadanos. Este incremento en los costos ha dificultado que muchas familias puedan disfrutar plenamente de este mes sagrado. A pesar de las tradiciones asociadas al Ramadán, como el ayuno y las reuniones familiares, las altas tarifas de los productos básicos están poniendo una presión adicional sobre los presupuestos familiares, lo que ha llevado a que muchos opten por limitar sus celebraciones. A medida que los mercados se preparan para este periodo, las quejas de los consumidores se intensifican, subrayando la necesidad de un mayor control de precios.

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