El reciente cambio de marca de la Asociación Islámica de China sugiere un esfuerzo por parte de Beijing para integrar a la comunidad musulmana dentro de la narrativa nacional del país. Este movimiento podría estar alineado con la estrategia más amplia del gobierno para consolidar la diversidad cultural bajo un marco común, promoviendo la unidad en un país con múltiples etnias y religiones. El rebranding no solo busca modernizar la imagen de la asociación, sino también fortalecer los lazos entre los musulmanes chinos y el Estado, mostrando que el islam es parte de la cultura nacional. Este cambio podría tener repercusiones en la política y la percepción pública de los musulmanes en China, desafiando la imagen que se ha mantenido hasta ahora.

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