La genética es un factor determinante en cómo percibimos distintos sabores. Estudios han demostrado que ciertas variaciones genéticas pueden hacer que algunas personas sean más sensibles a ciertos gustos, como el amargo o el dulce. Esto no solo afecta nuestras preferencias alimenticias, sino también nuestra salud y bienestar, ya que podría influir en nuestras elecciones dietéticas. Comprender cómo nuestros genes afectan nuestras papilas gustativas nos permite tomar decisiones más informadas sobre la alimentación y la nutrición.

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